domingo, 15 de noviembre de 2009

Luces en la noche

¡Ay! ¿Por qué no me pondré a escribir nada más llegar, o nada más me surja? Porque ahora como que entra un poco la pereza, casi una semana después. En cualquier caso me pongo a ello, que seguro que es empezar y la cosa tiro. Ah, aviso, esta entrada tiene toda la pinta de que va a ser larga, pero al menos espero que sea amena de leer.

Originalmente iba a llamar esta entrada Pensamientos desde Ámsterdam, y es que, para el que no lo sepa, desde hace bastante tiempo teníamos los amiguetes comprados unos billetes de avión para venir a ver la ciudad, por aquello de que salían bastante baratos. El viaje en si era un poco paliza, pues los billetes realmente eran desde Bratislava a Düsseldorf, con lo cual había que añadir un Brno - Bratislava y un Düsseldorf - Ámsterdam. Y los horarios eran malísimos, aviones que salían a las 8am a la ida y a las 6am a la vuelta.

En cualquier caso, al final le he cambiado el nombre, y más adelante se entenderá porque.

Así que la víspera del vuelo, miércoles, salimos por la noche de fiesta con macutos a la espalda, y cuando llego la hora cogimos un tren nocturno a Bratislava (Dios, como me encantan las estaciones de tren en la madrugada, tienen un toque tan aventurero y tan de libro). El viaje fue durillo, por eso de que el tren iba lleno y no podíamos repantigarnos bien, a lo que se sumo la falta de agua que nos hizo sufrir mucha sed, sobre todo a los más resacosos.

Bratislava, niebla, madrugada. Como zombies avanzábamos posiciones: aeropuerto, dormir, embarcar, dormir, aterrizar en Weeze, furgoneta a Nijmegen, dormir, tren a Ámsterdam, dormir, llegada a Central Station y búsqueda del hostal, comer algo y volver a dormir, una breve siesta esta vez.

Weeze es una población a 90km de Düsseldorf y cuarto aeropuerto de la ciudad, no oficial. Alguna comisión europea prohibió que se publicitaran esos vuelos con el nombre de la ciudad, por la distancia lejana, pero Ryanair lo sigue haciendo, y aunque especifique el nombre del pueblo entre paréntesis, jóvenes incautos como nosotros colamos fácilmente. Aunque igualmente hubiéramos comprado los billetes yo creo.

En cualquier caso habíamos llegado. Éramos pocos, porque la gran mayoría del grupo partió hacia Düsseldorf, pero a mi no me atraía mucho y desde el principio había decidido ir a Ámsterdam directo, al igual que otros pocos. En esa primera tarde dimos un paseo tranquilo por la ciudad, y un poco de fiesta por la noche. Uno de los chicos que venia en la expedición, Antonio, tenía un par de amigas en la ciudad, y amablemente nos hicieron de anfitrionas, llevándonos por la noche a la discoteca de moda, que, también amablemente, nos sablo 10 euros. Comenzaba el choque monetario para los Erasmus de Brno.

Pronto a dormir, pues al día siguiente Antonio, María y yo fuimos a ver los pueblos de las Waterlands, pueblos al norte de Ámsterdam famosos por sus quesos y su pesca. En orden visitamos Edam, Volendam, Monnickendam (de paso) y Markem. Nos enamoraron, sobre todo el primero. Pueblos de cuento, donde todo es bello, pulcro, magnifico, la gente es feliz, y sobre todo, servicial y amable hasta el extremo. Después de dos meses sufriendo la bondad checa (en concreto la de sus recepcionistas), ese día en los pueblecitos fue como una cura para el alma.

Nos dio para mucho: comprar quesos típicos de la región, después de una cata gratuita de todos los que quisimos probar, tomar posesión de un fuerte, hacer una pequeña marcha de 5km, rodeando la costa, para llegar de un pueblo a otro, hacer un estudio sociológico a una bandada de patos, declarar nuestra felicidad y el amor que sentimos los unos a los otros en mitad de un puente, pasear por el puerto más molón del mundo, gritar Victory or Valhala!! en lo más parecido a un drakkar que he visto nunca, sentir el "autentico espíritu de los viejos días", amen de muchas otras cosas. Y sobre todo ser felices, muy felices. Fuera bromas, estos pueblos tienen un aura muy especial que se contagia, animando el espíritu de una manera increíble. Ojala pueda volver algún día.

Tocaba volver, y esa tarde nos juntamos ya con el resto de nuestros compañeros, dedicando el resto del día a pasear tranquilamente por la ciudad, hacer una primera toma de contacto con las coffee shops y pasear por el barrio rojo. Ámsterdam es una ciudad que despierta los sentidos y agudiza al máximo la sensualidad, con todas sus luces, sus gentes de todas partes del mundo, el barrio rojo, los puestos de comida rápida, el inglés por doquier, las bicicletas. Nunca he estado en lugares como Nueva York o Las Vegas, pero creo que esta ciudad, a su manera, no tiene mucho que envidiarlas. Es como una mujer de piel morena, cabellos oscuros y ojos negros, insondables, que te susurra palabras en un idioma que no comprendes, pero que sugiere. Conocida por todos, pero a la vez misteriosa, jamás podrías enamorarte de ella, pero jamás podrías dejar de pensar en ella con anhelo. Quizás algo fría por fuera, pero con una llama de pasión por dentro que es puro fuego.

Cualquiera que lea esto podría irse a lo fácil y pensar que mis palabras describen el barrio rojo, o que vienen provocadas por este, pero nada más lejos de la realidad. Estas sensaciones ya las experimentaba antes de entrar en contacto por primera vez con las damas de la noche. Y es que esto es algo que en esta ciudad es inevitable. Regresando la primera noche de la discoteca, solo, decidí volver sin usar el mapa, por aquello de perderme un poco y conocer, aunque siempre sabiendo en que dirección iban mis pasos. De esta manera me desvíe un poco más de la cuenta hacia el este, y desde el lugar en que volví a mirar el mapa hasta mi hostal se encuentra el famoso barrio rojo. Sin saberlo, comencé a atravesarlo, y fue realmente un impacto girar una esquina y encontrarme de golpe y sopetón los escaparates.

Yo no sabía que funcionaba así: a pie de calle, en pequeños cuartos iluminados por luces rojas y con grandes cristaleras, las señoritas se exhiben, intentando atraer a la gente. Confieso que mi paso comenzó a ser más lento, aunque nunca me pare del todo, principalmente por vergüenza. Miraras donde miraras, allí estaban. Esta ciudad tiene debate para largo, y como dijo alguien por ahí, no se si esto me parece muy muy bien o muy muy mal.

Amanecía el tercer día de viaje, sábado. Habíamos salido todos el día anterior de fiesta, pero hice un esfuerzo y me levante pronto para patear la ciudad. Nadie secundo mi madrugon, así que vague solitario por las calles. Me salí de lo turístico, y me adentre por aquellos barrios, sin querer saber muy bien hacia donde iba. De esta manera pase gran parte de la mañana, y realmente no vi muchas de las obligaciones turísticas como son los grandes monumentos y similares, pero disfrute bastante de los pequeños rincones que tiene esta ciudad. Más tarde me uní de nuevo a mis compañeros, y con ellos hice otro recorrido, visitando puntos claves de la ciudad.

Pero la historia no acaba aquí...

miércoles, 28 de octubre de 2009

No llores si me amas

Cuando uno se va de Erasmus mucha gente le recomienda olvidarse de lo que queda atrás y concentrarse en el presente. Quizás no sea mala idea, pero hay momentos como este en que todos mis pensamientos están en Madrid.

Alex, Laura, me acuerdo mucho de vosotros, y desde aquí os mando el abrazo más grande que puedo daros. Lo siento muchísimo :(

¡Ánimo! No dejéis de prestar atención a toda la gente que os rodea ahora, están ahí porque os quieren. Apoyaros en ellos, pues son vuestro bastón en este momento tan difícil.

Os dejo algo que es muy duro de leer, a mi no me acaba de convencer, pero cuando murió el padre de Oscar, él eligió esta oración, así que no puedo evitar elegirla yo también.



No llores si me amas


No llores si me amas,
si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo.

Si pudieras oír el cántico de los ángeles,
y verme en medio de ellos.

Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos, los horizontes, los campos
y los nuevos senderos que atravieso.

Si por un instante pudieras contemplar como yo,
la belleza ante la cual las bellezas palidecen.

¿Tu me has visto,
me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?

Créeme.
Cuando la muerte venga a romper las ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban,
cuando llegue un día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a verme,
sentirás que te sigo amando,
que te amé, y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz,
ya no esperando la muerte, sino avanzando conmigo,
que te llevaré de la mano por
senderos nuevos de Luz y de Vida.

Enjuga tu llanto y no llores si me amas.

jueves, 22 de octubre de 2009

¡Y llego el frío!

En estos momentos, mi madre y mi hermana duermen placidamente en Praga. Mañana montaran en un autobús y llegaran a Brno, dispuestas a revisarlo todo y comprobar que todo esta en orden. En parte me alegro por su visita, en parte tengo miedo. Por supuesto es una exageración, pero es lo que todo el mundo teme por aquí, las visitas paternas.

Hoy he limpiado a fondo el cuarto, moviendo las camas y las mesas, y es increíble, a la par que espeluznante, la increíble cantidad de mierda que salía de todas partes. Ojo, que no es que no se haya limpiado desde que llegue, pero si que reconozco que no con tanta profundidad. Empiezo a comprender porque la suciedad y el polvo se generaban tan rápido, y es que había una increíble reserva oculta.

En cualquier caso, la mía familia ha conocido hoy a la población autóctona de estos parajes: los checos. Ya antes de partir había quien me rogaba, ¡Ay, David! No te eches una novia checa, que esta gente es muy fría. Lo consideraba un poco exagerado, pero en verdad no se quedaban cortos. Vaya, que es malo generalizar, pero bueno, hoy vengo dispuesto a contar varias anécdotas de las bellas gentes de este hermoso país.

Cuando pasamos el fin de semana en Praga decidimos hacerlo costreando todo lo posible, por aquello de ahorrar dinero; así pues, compramos en Tesco desayunos, comidas y cenas, complementado con kebabs y pizzas por ahí. Pero la primera noche, entre que llegamos tarde y de vez en cuando no viene mal una celebración, nos metimos en un buen restaurante. Bueno, "buen" y "restaurante" siempre es relativo, pero era un sitio acogedor, bien puesto, con una banda de fondo, y de comida abundante y barata. La camarera y el encargado eran muy agradables, y estuvieron atentos y dispuestos toda la noche. Al final de la cena, él se acerco con una botella de whoknows y nos ofreció a todos unos chupitos para terminar, tomándose incluso uno con nosotros. A la hora de pagar, fuimos uno a uno liquidando nuestra cuenta, y no grata sorpresa fue para el último recibir la exigencia del pago de todos los chupitos a un precio bastante alto (¡el coste de dos cervezas!). Os podéis imaginar el resto: amagos de avisar a la policía, incomprensión, insultos, y sobre todo, y lo que más me jodio personalmente, el hacer oídos sordos y no tratar de escuchar. Le dijimos que se iba a pagar todo, que simplemente tratara de comprender nuestro error y nuestra posición, sobretodo para que la próxima vez que un grupo de españoles (o franceses, o italianos, o ingleses... porque luego contando la anécdota, todos coincidían con nosotros) pasara por allí no ocurriera lo mismo. En fin, una experiencia realmente desagradable, que fue completada en la estación de autobuses, cuando un señor, en perfecto inglés, nos increpo y grito hasta decir basta por querer colarnos en la fila, cuando simplemente estábamos en un lateral esperando a un amigo. Intentar explicárselo fue difícil, pues el problema era el mismo: no escuchaba nada. Learn to listen, please

Joder, he releído lo escrito anteriormente, y que pedante soy hablando. Pero no pienso retocarlo, que es tarde, que le den.

Más, y lo cuento resumido que no quiero alargar la entrada. Malas caras por parte de los checos jóvenes cuando intentamos unirnos a deportes mayoritarios, como fútbol o baloncesto, donde fuimos prácticamente echados a patadas; hemos tenido que luchar duro por hacernos un hueco, pues ponían incluso como excusa decir que es que habíamos llegado media hora tarde, mentiras gordas. A un compañero, Raúl, único Erasmus en balonmano, le hicieron el vacío la vez que fue, tanto que creo que no ha vuelto a repetir. Hoy mismo, en un partido de fútbol 11, los pocos españoles que estábamos (cinco, 3 y 2 en cada equipo), no recibíamos muchos pases, y los checos consideraban que era mejor dar el balón a uno cubierto por tres personas que mandarlo a otro totalmente solo en banda.

Me fascina todo esto, pues Brno es una ciudad muy internacional, ya no solo de Erasmus, si no de free-movers, estudiantes internacionales, gente que viene simplemente a buscar un trabajo y a vivir aquí un tiempo, por la fama que tiene la ciudad. Pero la realidad es distinta, la gente no es muy acogedora por lo general, muy pocas personas intentan comprenderte cuando chapurreas un mal checo, y ya si intentas en ingles puedes olvidarte. Lo puedo entender con gente adulta, pero con los jóvenes... muy pocos hablan inglés, y es algo que para mi es alucinante. En España no tendremos un nivel muy alto en cuanto a inglés, o idiomas en general, se refiere, pero prácticamente todos seríamos capaces de intentar ayudar y comprender un mínimo a algún guiri.

En fin. Pero ahora quiero quitar el punto negativo y hablar en positivo, que es importante. A pesar de todo hay gente muy agradable, los del ISC trabajan mucho por ayudarnos a integrarnos, y hay checos bastante simpáticos, deseosos de conocer gente de fuera. Incluso al final acabas cayendo bien, y el otro día me encontré de fiesta en el Livingston al entrenador de fútbol sala, aquel que mintió descaradamente. ¡Y que alegremente me saludo! Estuvimos un buen rato charlando, y me animo a que fuéramos a jugar.

Y en un resumen de lo que he seguido haciendo, al estilo de las entradas anteriores… Olomouc. Spanish party, de la que os dejo foto, más en Facebook. Proyecto parado, tutor desaparecido. Clases de checo, aprendiendo el idioma por increíble que parezca. Presentación española en preparación, grandes ideas. Cocoak, cocoa, cocoak, grandes amigos, anécdotas tontas. Amsterdam, estás cerca. Visitas en ciernes. Moravian karst, maravilla natural, corazón desbocado. Madrid, va y viene, ¿demasiado presente? Jeden nealko pivo, prosim; una cerveza sin alcohol, por favor. I’m Erasmus student, Club del Picotazo, gran enemiga la cobra. ¡Cansancio! Descansar. Ver más películas en una semana que en un año. Urgencias, hospital de posguerra.

¡Ah, y casi se me olvida! Todo el rato hablaba de checos. ¡La gente dice por ahí que las checas son muy simpáticas! Y otro día os hablare del país.

sábado, 10 de octubre de 2009

A marchas forzadas

Iba a escribir que aquí "nunca se para", pero este año pasado hubo quien me enseño a hablar siempre en positivo, así que diré que siempre adelante, a marchas forzadas, hasta llegar quien sabe donde. Y es así como escribo esta entrada, con toda la alegría del mundo, pero resoplando. ¡Sigue sin haber tiempo!

Dentro de dos días cumplo un mes desde que llegue aquí, y aún sigo sin creérmelo del todo.

Todo ha sido interesante. Parece mentira que ya haya quedado atrás esa primera semana de fiestas desenfrenadas todos los días, de los cursos de "survival czech", de todas las caras nuevas que conocías en el Terc y que invitabas a sentarse en tu mesa, where are you from?. La primera fiesta Erasmus, fiesta de postín, camisa y colonia, caballero. Los partidos de futbol, organizados en cinco minutos, internacionales, en mitad de un parking o en un campo de grava. La excursión que los chicos del International Student Club (en adelante ISC) organizaron para nosotros, a Kromitz, castillos y bodegas, parques y plazas. Conocer un poco Brno, empezar a distinguir unas calles de otras.

Y al entrar en la segunda semana, ver llegar la rutina, pero, a pesar de ello, ver que todo sigue siendo nuevo y diferente. Más fiestas Erasmus, improvisadas y organizadas. Las Batallas de las Naciones, donde cada cual tiene que demostrar ser más original que los demás. Conocer la universidad, el tutor, el proyecto. Fin de semana tranquilo, más fútbol, celebrar cumpleaños, sangriadas y regalos. Amistades que sobreviven sin problema a una charla política, con tantos signos distintos en ella. Excursión inter-residencias, montada por nosotros mismos, a Znojmo, más castillos y torres, vistas panorámicas.

Aguas calmas con la tercera semana. No salir tan a menudo, disfrutar del bar de Moe (creepy bar), dardos, futbolín y poker. Fiesta Erasmus de nuevo, donde tomarse con calma las cosas y verlas desde una nueva perspectiva. Aprender a cocinar, hacerlo con ilusión, inventar. Viaje a Praga improvisado y exitoso, más barato imposible. Ciudad increíble, de pálpito único. La discoteca más grande de Europa.

Cuarta semana, listos para despegar. Planes, planes, planes. Planes. Amsterdam, Düsseldorf, Berlín, Estocolmo, Budapest, Bratislava, Frankfurt, Viena, Bremen, Stuttgart... ¿Dinero suficiente? Increíble de creer, pero sí. Un millón de vuelos a un euro.

Somos tantos, y tan geniales. Linares. Pontevedra. Burgos. Madrid. Oviedo. Toledo. León. Valencia. Barna. Valladolid. Sevilla. Granada. Vitoria. Málaga. Huelva. Polonia. Lituania. Grecia. Turquía. Eslovenia. Italia. Eslovaquia. República Checa. Francia. Rusia. Malta. Inglaterra. Azerbaijan. China. India. Y mi compañero de habitación, al fin, Guipuzcoa.

Me ha tocado la lotería con mi compañero de habitación, casamos muy bien y todo son risas. Hemos adoptado una mascota, Coly. Con ella me despido, quizás pasado mañana os hable de los checos (y las checas). O quizás no, puede que vaya a Olomouc. O a Telc. Dios dirá.


lunes, 5 de octubre de 2009

Se acabo el campamento

Llevo aquí tres semanas y ninguna entrada en el blog, nada más que esa pequeña presentación que ya escribí. Y es que el tiempo se pasa volando y, sin que te des cuenta, te plantas casi en el mes fuera de casa.

Tenía muchas intenciones para el blog en estos primeros días, los de más actividad. Quería haber hecho una entrada contándoos como fue mi primera semana, la "Orientation Week", con los cursos de checo, las primeras fiestas, conocer gente nueva, hacer amigos, formar piña. También debería haberos hablado de mis primeros viajes, a Kromitz y Znojmo, que no os sonaran de nada, y a Praga, que seguro que ya si. Mi habitación, mi residencia, mi entorno. La universidad, las clases, el proyecto. La ciudad. Los checos. La comida. Los autobuses, los tranvías. La corona checa. Bueno, podría estar así hasta mañana.

Hoy me he levantado de la cama plenamente consciente del paso del tiempo, y es que ahora mismo he comprado ya los billetes de vuelta a casa por Navidad (muchos creíais que no volvía). Me he tenido que obligar a sentarme en la silla enfrente del ordenador y empezar a escribir lo que fuera. No tenía muy claro que decir, y sigo sin tener claro que hacer al respecto de estas tres semanas pasadas, si dejarlas en el aire, en una especie de mística a la que nadie, ni yo mismo, podrá acceder nunca, o si empezar a contaros acontecimientos ya pasados y empezar a acumular de nuevo los presentes y futuros.

No quería poner entradas largas. ¡Y es que luego me regañáis! Pero bueno, intentare resumirlo todo en la próxima entrega. Alguna foto también.

Pero si os puedo decir una cosa ahora, y es que la vida del Erasmus no acaba de ser real del todo. Pasadas dos semanas desde que llegas, tienes una sensación extraña de que algo esta fallando, de que ya deberías retornar a casa. Pero continuas, día a día, con la rutina con menos rutina de tu vida. Y es que los campamentos y campos de trabajo duran dos semanas, pero pasado ese tiempo se acaban y hay que volver.

Aquí en Brno el campamento ha terminado, pero nadie ha vuelto a casa. Quizás esto sea lo más fascinante de todo.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Érase una vez...

Érase una vez. Así empiezan todos los cuentos y aventuras, y así me gustaría empezar a mí. Es una sensación extraña la que siento, la de haberme lanzado desde lo alto de un acantilado para zambullirme en algo novedoso, y después continuar nadando hacia adelante. Habrá rocas, rápidos, corrientes cambiantes y saltos, pero también peces de colores extraños, paisajes salvajes, pueblos nuevos y tierras vírgenes.

En circunstancias normales, después de haber dicho esto, añadiría alguna burrada para quitarle cursilería al asunto, pero no veo porque hacerlo esta vez.

En esta primera entrada no voy a contar mucho. Solo sensaciones. Un mundo inquietante. Tormentas en la noche. Vorágine de rostros y de nombres. Subir, bajar. Bailar durante horas sin descansar. Correr. Celebrar victorias. Noches de pasión, días de ilusión. Descubrir nuevos mundos, nuevas vidas, nuevas historias. Afrontar retos. Ratos de soledad, de nostalgia. Ratos de cercanía, de cariño. Skype. Risas de alegría, de felicidad. Bienestar. Miedo. Valentía. Seguir aprendiendo a escuchar un poco más. Sonrisas. Planes para comerse Europa. Planes que empiezan a cumplirse y no se quedan en meros sueños. Ideales. Fotografías para el recuerdo. Paraninfo, semper sint in flore. Puerta abierta, gente entrando y saliendo. Fuerza, paz. Despedidas. Reencuentros.

Vivir toda una vida en tan solo una semana.

Tantas veces recomendando a la gente que se fuera de Erasmus, sin llegar a hacerlo yo mismo. Aún me parece increíble estar aquí, pero siempre terminamos llegando adonde nos esperan. Continuo, una vez más, con la aventura de viajar.